diumenge, 16 de setembre del 2012

El dia després (12) -2


Bel·ligerant?

Patrícia Gabancho
La Fundació Campalans del PSC ha demanat al partit que encapçali la minoria catalana proEspanya per tal de no cedir alegrement aquest espai al PP. És de pura lògica. El PSC ha de decidir, i de pressa, si serà o no bel·ligerant contra el projecte d’independència. Si el PSC creu que el bon projecte és quedar-se dins d’Espanya, recuperar l’Estatut sentenciat pel Tribunal –el que Alfonso Guerra va deixar com “una patena”- i parlar de federalisme en to retòric, jo no hi tinc res a dir.


No estic fent caricatura: un projecte polític és la configuració, des del present, d’un futur. I necessita un coixí social sobre el qual assentar-se. El PSC, durant dècades, va compaginar el projecte proespanyol amb l’acord de mínims del catalanisme que, per resumir, se centrava en Estatut més immersió lingüística. El PSC va dur aquests dos punts a (per entendre’ns) la població metropolitana, la que vota PSOE perquè està immersa en un imaginari espanyol. En aquest sentit el PSC va contribuir a pastar l’ideal català d'“un sol poble”. També hi va contribuir la moderació, en tots els terrenys –i això inclou el lingüístic i cultural-de l’altra part, la que (per entendre’ns) vota CiU. El país “era” això.


El mapa ha canviat, perquè hi ha passat per sobre, o per dins, el tsunami de la independència, que també s’ha escolat per les escletxes metropolitanes. És un projecte de futur: obert, transformador, promissori, engrescador. El PSC té tot el dret a quedar-se’n al marge. Ara bé: que no parli de fractura social si té al cap d’atiar l’espanyolisme latent d’una part de l’electorat, com ja va fer el PPC en temps estatutaris. Si jugues la carta de l’enfrontament, la factura de la fractura –amb perdó per la rima- te l’has d’apuntar al compte.


Mentre la disputa sigui d’arguments, benvinguda sigui: el debat ens enriqueix. Però que sigui lleial. Un conspicu “sociata” catalanista em preguntava què feia, la seva gent, davant l’activitat de l’ANC. I li vaig haver de contestar: “són els que arrenquen els cartells”.

 

Catalunya por dentro (1): Con mantilla, barretina e hijab

"Nací en Badalona y soy española", dice una joven que no quiere ni oír hablar de independencia | "¿Pasaporte catalán? Bueno, lo que sea, mientras no tenga que irme", dice un chaval pakistaní

Banderas. Todas las banderas de la fachada del Ayuntamiento de Badalona –la local a lado y lado, la catalana, la española y la europea– se reflejan en el escaparate de una tienda Pedro Madueño
Qué bonito es Badalona/ con mantilla y barretina", cantaba Serrat en otros tiempos. Pero los actuales traen otros paisanajes, y la mujer que se acerca ni lleva mantilla, ni conoce la barretina. Viste un grueso hijab y cuando le pregunto, abre su monedero y me saca su DNI. "Yo votar, puedo, sí, tenemos papel de aquí", me dice en un peregrino castellano. Le hablo del referéndum, y responde "la niña me dirá", señalando a una joven que la acompaña. 



Es su hija, habla catalán y viste a la occidental. "Votaremos no -responde seria- porque ahora que somos españolas no queremos ser otra cosa". "Españolas, sí", responde la madre, sonriendo. En el kebab cercano un joven pakistaní dice que le faltan dos años para votar. "¿Independencia?" No sabe, pero sabe que le costó mucho venir de Pakistán. "¿Pasaporte catalán? Bueno, lo que sea, mientras no tenga que irme". Y el resto de jóvenes asiente.


Cerca, en pleno mercado de Llefià, Amalia menta a Mariana Pineda. Tiene un puestecito de remiendos y un mosso le llevó una estelada que se había descosido del palo. "Yo pensaba, mira, cosiendo la bandera como Mariana Pineda, a ver si me fusilan". Pero no está por la labor. Hace 36 años que vive en Catalunya, tantos como hace que añora Andalucía. ¿Agravio económico? "Pues no, porque mire, Andalucía recibe dinero pero también da mucho, pagan los libros de la escuela, y la ortodoncia, y me pagaron un aparato para medir el azúcar cuando estaba de vacaciones" "Pero...", y me corta, "nada de peros, Andalucía da y Catalunya no da, se lo queda". Y a partir de ahí la conversación se vuelve un galimatías. 


A su lado, una joven llamada Carmen espeta, "¿cuándo harán una manifestación contra la independencia?", y le respondo al ping pong: "¿Irás?". No, porque no le gustan los enfrentamientos, pero no se imagina que en su pasaporte no ponga España. "Nací en Badalona y no soy catalana, soy española". "Uy, en mi pueblo me echan, si hacen eso de la independencia", espeta Rosario. Tiene 69 años, es de Zamora y asegura que allí lo catalán es "tremendo". "Dicen que hablamos como los perros. Hasta mi ex marido se pegó con uno". Fuera, en un puesto de cupones, Manuel dice que está muy contento con España y que en Catalunya estaríamos bien "si no hubiera tantos lladres". A la pregunta responde con su peculiar esperanto, "ma sembla que no" y asegura que vino de Murcia, que ha dejado su vida aquí pero que es español. Conchita, en cambio, "una andaluza de pura raza", se siente orgullosa de ser catalana. "A mí los terratenientes andaluces no me han dado nada, y esta tierra sí". Entonces el sí..., no, va a ser que no, porque ya lo entiende, pero "España quedaría en una mierda sin Catalunya...! El vendedor se pone filosófico, "casi que sí, pero habría que pensarlo bien, aunque España nos roba y además nos insulta". "Él es catalán", comenta una mujer a su lado. En el bar del mercado las opiniones convergen: todos con el sí. Domingo nació en Ciudad Real pero cree que España cada día va peor y que no hay entendimiento. "Quieren más a los vascos, y a los catalanes no nos dan nada". Y asegura que cuando dos no se quieren, mejor separarse. Gabriel es dominicano y lo tiene fácil, "el sí, porque mis tres nietos son de aquí, y aquí estamos de maravilla". Y José se apunta "porque peligran las pensiones". Anna también es una entusiasta del sí y Cristina se queda en el pacto fiscal. Josefa no sabe, pero me pregunta, "¿me compras algo?.


Y así recorremos Badalona, de la barretina del Centre, a la mantilla de los barrios, pasando por las calles del hijab. El taxista es un hombre sensato. Votaría un no rotundo. Con sangre extremeño-andaluza, comprende las reivindicaciones catalanas y espeta. "No entiendo lo de Euskadi, que pide lo mismo, y tiene una banda terrorista, y en cambio es más querido. A Catalunya no la pueden ver". Pero es español. "¿Aceptarías la independencia si gana el sí?" Por supuesto, antes que nada es demócrata. 


En los edificios aún ondean las banderas de todo signo. Las españolas, por la selección, y las catalanas, por la Diada. Cuanto más cerca del centro, más de las últimas, y viceversa. Pedro Madueño observa dos balcones donde cohabitan ambas, no se sabe si con buena vecindad. Llamamos a la puerta. Miquel Castellví tiene 86 años y ha puesto la senyera porque "es la de mi tierra". Y añade: "España nos está asesinando". Nos explica que nació en Sants, que votaría sí, pero si no nos perjudica, y que solo se siente catalán. Preguntamos por la española del vecino, "Ah, éste, es del Real Madrid". Y añade, "no veréis muchas catalanas en esta zona". En otro barrio unos vecinos juegan a la petanca, y se invierten los papeles. Diego, el presidente del club, está a favor del sí. Nació en Almería pero "la independencia puede beneficiarnos". También lo cree su compadre Antonio, "porque el catalán se lo merece", y en cambio Joan Baptista, en perfecto catalán, dice que no, porque no le gusta el president Artur Mas. 


En el centro de Badalona, persiste lo variopinto. Y así desfila desde Paquita, que asegura en castizo castellano, "que no hay marcha atrás y que está feliz", o Roger, que avisa de los hijos de la emigración, "los hay de muy anticatalanes", o Victoria, que dice que costará pero llegará. Unas chicas acompañan a una novia y gritan en la calle del Mar, "independència". Menos una, "por sentimientos". Ginés se pone épico, "los que ganaron la guerra dicen que es un derecho de conquista. Las órdenes las da Franco por debajo. Será imposible". Se define como "patriota español", pero votará sí. "Por mis sobrinos, que son de aquí", razona. 


En un rincón, alguien toca una música suave, pero la suavidad se evapora con la pregunta. "Los que quieren la independencia que se vayan a África. Esto es España", y asegura que hablamos un dialecto de ratas. Y así el crisol se cierra. Badalona es la madre de todos los retos y es aquí donde Catalunya se complica ¿Independencia? Sí y no, en todos los acentos, y en todos ellos, depende. Pero algo parece unánime: no se respira miedo. "Los tanques son de otro tiempo. Díselo a la Curri Valenzuela".

 

El Onze de Setembre en la Moncloa

Editorial 
LA manifestación del pasado Onze de Setembre en Barcelona ha tenido un gran impacto político y emocional, en Catalunya, en España y también en los circuitos de información y opinión internacionales. En su último número, la revista norteamericana Time ubica la gigantesca manifestación de Barcelona como una de las cinco historias principales de la semana. El dossier Catalunya comienza a estar presente en las cancillerías europeas y en los centros de decisión de la Unión Europea. La manifestación del pasado martes fue un acontecimiento político de primer orden y ahora es el momento de la reflexión, del diálogo y de la perspectiva. Es hora de las luces largas. Excelente ejemplo de esta actitud fue la asistencia del jefe de la Casa del Rey, Rafael Spottorno, a la reciente conferencia del presidente de la Generalitat en Madrid.



Primera reflexión. La amplitud de la manifestación no debiera ser una sorpresa para nadie. Las señales de aviso hace tiempo que estaban dadas. A lo largo de los últimos años, La Vanguardia ha venido señalando que se estaban cometiendo graves errores en el trato político y emocional a Catalunya. Lo advertimos con especial énfasis unos meses antes de la sentencia del Tribunal Constitucional sobre el Estatut. Con total sinceridad y sin ningún sesgo amenazador, hicimos notar que una sentencia cargada de negatividad acabaría provocando una gran coagulación de la inquietud catalana. Así ha ocurrido. La sentencia del Tribunal Constitucional fue un error de gran trascendencia, en el fondo y en la forma. Y también fue un error la agresiva explotación política que el Partido Popular hizo de su recurso de inconstitucionalidad -las famosas mesas petitorias de firmas esparcidas por toda la geografía española-, una equivocación que destacados dirigentes del PP hoy reconocen en privado. Fue un error la retirada táctica del PSOE cuando vio que la reforma estatutaria que él mismo había promovido y había apoyado se le ponía cuesta arriba. Fue un error convertir el Tribunal Constitucional en una cuarta cámara llamada a desautorizar la voluntad popular catalana expresada en referéndum. En aquel momento se rompió un modelo que con todas sus limitaciones estaba ofreciendo el mejor marco de las relaciones entre Catalunya y España en los siglos XIX y XX.


Ha sido otro gran error la insistencia y la tenacidad partidista al servicio de un ataque constante a la convivencia lingüística en Catalunya, una convivencia que la sociedad catalana defenderá con mucha firmeza. La manifestación del día 11 también nos habla de ello. Y, finalmente, no se ha querido aceptar que el vigente modelo autonómico conlleva un déficit financiero asfixiante en Catalunya, especialmente agravado por la actual crisis económica. En lugar de reconocer ese déficit -cosa que empiezan a hacer, tímidamente, algunos dirigentes del Partido Popular-, todo indica que se pretende aprovechar la escalofriante crisis del modelo autonómico español para proceder a su paulatina laminación, mediante leyes, reglamentos y amenazas de intervención. Catalunya no lo va a aceptar. Y como guinda, la verborrea surrealista de algunos presidentes regionales que creen obtener algún tipo de rédito azuzando, todavía más, los prejuicios anticatalanes con lenguaje de bajo rasero. Por todo eso, el pasado día 11 tuvo lugar en Barcelona una de las mayores manifestaciones políticas registradas en España desde 1977. 


Un modelo de relación se ha agotado y la mayoría de la sociedad catalana quiere en estos momentos una relación más libre en la que Catalunya tenga más margen de decisión. Estamos ante una cuestión que sólo puede ser resuelta políticamente. Y el principal instrumento político de la democracia es y será el diálogo. Un diálogo difícil, casi imposible, en apariencia, pero imprescindible. El próximo jueves, cuando el presidente del Gobierno español y el presidente de la Generalitat se entrevisten en la Moncloa, es previsible que no se pongan de acuerdo. Sin embargo, Mariano Rajoy debe escuchar la voz que le transmitirá el estado de ánimo de una mayoría incuestionable de la sociedad catalana. Nadie entendería ni podría aceptar un rechazo total. Hay que dejar puertas abiertas y el presidente de la Generalitat deberá aprovecharlas, aunque sea para cimentar mejor sus razones. Nada se construye con portazos. La firmeza de los objetivos no ha de ser obstáculo para la negociación. Catalunya tendrá que parlamentar y demostrar a Europa que su lenguaje y su estilo no se agotan con el ejemplar comportamiento pacífico y cívico del día 11, sino que la voluntad de diálogo impregnará todo el proceso que ahora se abre. Así se gana en Europa; no de otra manera. Con esa línea, con inteligencia y positividad, el espíritu del Onze de Setembre del 2012 no sólo mantendrá su fuerza, sino que ganará nuevos consensos en Catalunya y fuera de ella.

Los zapatos de Gavrilo Princip

En los Balcanes, el principal perdedor es el hegemonismo serbio, que no aceptó sus límites | Una placa dedicada al hombre que propició la Gran Guerra resume el drama de Sarajevo

El 28 de junio de 1914, Gavrilo Princip disparó contra el archiduque Francisco Fernando de Austria-Hungría y provocó la Primera Guerra Mundial. Nacido en Bosnia, hijo de un cartero rural, Princip era un joven nacionalista serbio enfadado con el mundo. Enclenque, corto de talla y taciturno, había sido rechazado por el ejército de Serbia cuando intentó enrolarse en la guerra de 1912 contra Bulgaria. La Mano Negra, la organización secreta a la que pertenecía -un grupo clandestino que defendía la anexión de Bosnia a Serbia- le había relegado a labores secundarias. Corroído por el resentimiento, Princip quiso demostrar que era capaz de la más audaz de las misiones. Cogió un revólver, se apostó en una de las esquinas del Puente Latino de Sarajevo y mató al heredero del imperio austro-húngaro cuando su carruaje maniobraba para embocar el puente sobre el río Miljacka. Al cabo de un mes empezaba la Gran Guerra.



En tiempos del mariscal Tito colocaron una placa conmemorativa en la esquina del atentado. Una placa en cirílico, alfabeto que utilizan los serbios para escribir el idioma eslavo que comparten con los croatas y los bosnios musulmanes. Junto a la placa, grabaron en cemento la huella de los zapatos de Princip. En un viejo álbum conservo la foto de esa placa y de esos pies. Agosto de 1986, cuatro años después de la muerte de Tito. Un largo viaje en coche por todas las repúblicas yugoslavas, todavía unidas por la federación de los pingüinos. (Pingüinos, así llamaban a los ciudadanos que declaraban la nacionalidad yugoslava en el pasaporte, un escaso 10% frente a quienes preferían declararse eslovenos, croatas, bosnios, serbios, montenegrinos o macedonios).


Regresé en enero de 1994. Yugoslavia había estallado y la ciudad llevaba dos años sitiada. Un panorama atroz. Los edificios reventados por la artillería serbia, la vieja biblioteca calcinada por las bombas de fósforo y dos millones de libros perdidos para siempre, los parques convertidos en cementerios y el pánico a los francotiradores. Los bosnios resistían con la ayuda de los turcos, de la solidaridad ciudadana europea (Barcelona, al frente) y de los Estados Unidos, que acabaron imponiendo la actual paz cantonal. 


Enfrentadas al hegemonismo serbio de Slobodan Milosevic, Eslovenia y Croacia se habían declarado independientes con el activo apoyo de Alemania, Austria y el Vaticano. La víctima propiciatoria fue Bosnia-Herzegovina, una tierra de todos y de nadie, poblada de minaretes, monasterios ortodoxos e iglesias católicas. Bosnios musulmanes, serbios y croatas. Todos eslavos. Tres religiones, la sombra de la dominación otomana y un sólo idioma, con dos alfabetos y algunas diferencias dialectales (como ocurre con el catalán, el valenciano y el balear). En las inmediaciones del Puente Latino, los bosnios -islámicos o ateos, quien sabe- habían arrancado la placa dedicada a Princip y la losa de cemento con la huella de sus pies. Era invierno y la nieve acentuaba el halo trágico de aquel gesto contra el hombre enclenque que fundió el imperio austro-húngaro.


He regresado a Sarajevo hace pocos días. La placa ha sido restituida, esta vez con el alfabeto latino de bosnios y croatas, y en inglés. De los zapatos de Gavrilo Princip no queda ni rastro. Tres viajes. El primero, curiosidad ante una ciudad rara y bella, muy bella. El segundo, un drama imposible de olvidar. El tercero, emoción. Y agradecimiento por la invitación de la Comunidad de San Egidio, que este ha año ha querido celebrar su encuentro internacional en Sarajevo, para conmemorar el 20º aniversario del asedio con un gesto sin precedentes. La singular comunidad de ayuda católica que lidera Andrea Riccardi, actual ministro de cooperación internacional del Gobierno italiano, ha conseguido que el jefe de la iglesia ortodoxa serbia, Irineo, viajase por primera vez a la ciudad torturada. El patriarca de Belgrado, los presidentes de Bosnia, Croacia y Montenegro, el arzobispo católico Vinko Puljic, el muftí islámico y el líder de la comunidad judía. Mario Monti y Herman Van Rompuy. Todos juntos.


Sarajevo está renaciendo sin poder ocultar sus heridas. Lo más impresionante es la vitalidad de los jóvenes -se ven jóvenes por doquier-, y el rostro apagado de los hombres y mujeres de mi generación, la gente que tenía treinta años en 1992. El asedio hizo añicos el mosaico civil de una ciudad en la que no había una mayoría clara. Los que pudieron marcharon y muchos musulmanes de los pueblos vecinos buscaron refugio en la capital, huyendo de las milicias de Karadzic y Mladic. Cerca del 90% de la población hoy se declara bosnia-musulmana. Es un islam aparentemente tranquilo. Sarajevo se ha convertido en la Pequeña Estambul. El barniz de la restauración es turco, rotundamente turco, y Recep Tayyip Erdogan, el hombre de moda. La Gran Turquía vuelve a tener asiento en Europa y la imponente embajada de Estados Unidos sigue siendo el principal centro de poder en la región. La Unión Europea repara la biblioteca que no supo defender, los pingüinos se han extinguido y la derrota del hegemonismo serbio envía un mensaje a todas las intransigencias nacionales fundadas en la inmensidad de una llanura.

 

L''algarabía' és una planta

El terme defineix un vegetal amb el qual es fabriquen escombres que desembarassen camins


Cada setmana els nostres governants aporten un terme nou a la lexicografia política. Aquesta vegada li ha tocat a la paraula castellana algarabía, utilitzada per definir la manifestació del passat Onze de Setembre, un mot anyenc que a la boca de Mariano Rajoy li confereix una imatge de personatge del segle d'or, al qual només li faltarien uns quevedos -pinçanassos- en lloc de les ulleres de pasta i un masclet afilat en comptes de la barba de deu dies. De fet, té la seva lògica perquè alguns tòpics anticatalans pertanyen als temps de l'autor d'El Buscón, responsable per cert del pamflet La rebelión de Barcelona ni es por güevo ni es por fuero, on Francisco de Quevedo, fart de la algarabía que va desembocar en la Guerra dels Segadors, va escriure que "els catalans són avortament monstruós de la política".


Tanmateix, vist el to multitudinari, festiu i calmat de la manifestació de la Diada, potser el president va utilitzar aquest terme, que ja no fan servir ni els registradors de la propietat més arcaics per referir-se a l'escriptura inintel·ligible, per anomenar amb aquest mot la cridòria de diverses persones que parlen a la vegada. Però un milió i mig de persones desfilant amb un somriure als llavis de manera ordenada no és una algarabía, abans podria ser qualificada la multitud d'orfeó, perquè ningú no va desafinar amb la veu ni mitjançant la seva conducta. Etimològicament, algarabía significa "llengua dels àrabs" i en un ús saduceu de l'idioma va acabar per definir l'enrenou confús de persones que parlen alhora, un costum que ha acabat per ser tant o més espanyol que no pas musulmà.


Gent d'ordre, classes mitjanes, famílies senceres es van manifestar sense un sol incident pels carrers de Barcelona per demanar més sobirania. Els seguicis cristians que van utilitzar l'expressió algarabía durant l'edat mitjana per referir-se al guirigall incomprensible de les converses dels moros mai haurien qualificat així la tranquil·la marxa que encapçalava la pancarta "Catalunya, nou Estat d'Europa". Una algarabía mai no és, per definició, una cosa ordenada, assossegada i respectuosa.


Tanmateix, algarabía és també el nom castellà d'una planta anual silvestre, de la família de les escrofulariàcies, de gairebé un metre d'altura, de tija nuosa, fulls lanceolats i flors grogues. Curiosament, d'aquest vegetal se'n fan escombres, que, com tothom sap, serveixen per desembarassar els camins per tortuosos que siguin. Aquestes algarabías de les costes mediterrànies contribueixen a fer la vida més fàcil i netejar-la d'obstacles. Així que l'expressió del president del Govern espanyol podria tenir una intenció metafòrica, si bé són pocs els literats i cap el polític que l'han fet servir en aquest sentit. Però pensar-ho ens treu pressió a tots, fins i tot a Rajoy en aquesta hora de algarabías que li toca viure.

http://www.lavanguardia.com/encatala/20120916/54350453566/l-algarabia-es-una-planta-marius-carol.html#ixzz26cc0ocli 

En la luna de Valencia

Josep Vicent Boira  Profesor del departamento de Geografía de la UV
Las palabras del presidente de la Generalitat, Artur Mas, sobre la fatiga que causa la España del Sur en la del Norte son reales, pero parciales. Ni Catalunya es el norte geográfico de la Península, ni todo lo que está fuera de Catalunya es, conceptualmente, el “sur”. Si podemos aceptar la alteración de la corrección geográfica por mor de un mensaje contundente, deberíamos aceptar también la posibilidad de otras geografías posibles. Pierre Deffontaines, en 1958, publicó La España del Este (ni del norte, ni del sur). La escuela geográfica regional francesa veía un milieu de vie semejante y rasgos compartidos entre Catalunya, el País Valenciano y Baleares. Pero lo francés ya no está de moda. Por ello, hemos reducido las opciones y simplificado el mensaje a la misma velocidad con la que retóricamente seguimos hablando de Països Catalans.
En las celebraciones del Onze de Setembre podrá leerse la obra completa de Joan Fuster, pero ello no implica que en Valencia aumenten sus seguidores o la simpatía por Catalunya. Hubo un tiempo en que Catalunya, para serlo, cercenó la utopía nordista: adiós a la lengua d’oc, a Mistral...
Da un poco de apuro pensar que hoy, Catalunya, haga lo mismo en otra dirección. Quien conozca mi tierra, sabrá que deberán pasar generaciones para que los valencianos sigan a los catalanes por esta senda, si es que lo hacen. El lento y aburrido Plan A (el pacto fiscal, el corredor mediterráneo, la exportación y modernización productiva, el respeto por la lengua, la pluralidad estatal...) se podía entender en Valencia. Permitía alianzas.
Sin embargo, el energético-turbo Plan B de Mas dejará a muchos en la luna de Valencia.

 

Ens convé que les Illes i el País Valencià s’uneixin a una Catalunya independent?

El tema dels Països Catalans, que cal recordar que aquest concepte fou creat des del País Valencià,  és molt perillós i sempre que ha sortit en el debat polític, ha estat utilitzat com argument pels espanyolistes valencians i mallorquins per alimentar la catalanofòbia en aquestes contrades.
Però avui, arran de dos correus que he rebut m’he decidit  a escriure aquest article. Un era sobre les dades econòmiques de Catalunya i d’Espanya amb i sense Catalunya. L’altre era sobre que passaria amb les Illes i el País Valencià després que s’hagués constituït el nou estat català.
Tot això m’ha fet despertar la curiositat i he afegit les dades econòmiques de les Illes i del País Valencià a la de Catalunya i Espanya.
Els números estan basats amb les dades trobades en aquestes fonts:
Dades económiques
Catalunya
Catalunya PIB = 210.150 M €
Catalunya deute = 43.900 M €
Catalunya deute/PIB = 20,8%
Habitants = 7,5 M
Renda per càpita = 28.020 €

Illes Balears
Illes Balears PIB = 26.700 M€
Illes Balears deute 4.673 M€
Illes Balears deute/PIB = 17,5%
Habitants = 1,1 M
Renda per càpita = 24.275 €

País Valencià
País Valencià PIB = 102.711 M€
País Valencià deute = 21.364 M€
País Valencià deute/PIB = 20,8%
Habitants = 4,87 M
Renda per càpita = 21.090 €

Espanya
Espanya PIB = 1.051.000 M €
Espanya deute = 804.388M €
Espanya deute/PIB = 76%
Habitants = 45 M
Renda per càpita = 23.300 €

Espanya menys Catalunya
Espanya PIB = 840.850 M €
Espanya deute = 760.488 M€
Espanya deute/PIB (sense CAT) = 90%
Habitants (sense CAT) = 37,5 M
Renda per càpita (sense CAT) = 22.300 €

Espanya menys Catalunya i les Illes 
Espanya PIB = 814.150 M€
Espanya deute = 755.815 M€
Espanya deute/PIB = 92,8%
Habitants = 36,4 M
Renda per càpita = 22.366 €

Espanya menys Catalunya, les Illes i País Valencià
Espanya PIB = 711.439 M€
Espanya deute = 734.451 M€
Espanya deute/PIB = 103%
Habitants = 31,53 M
Renda per càpita = 22.563 €




Catalunya més les Illes
CAT + Illes  PIB = 236.850 M€
CAT + Illes  deute =  48.573 M€
CAT+ Illes deute/PIB  = 20,5%
Habitants  = 8,6 M
Renda per càpita = 27.540 €

Catalunya, les Illes i el País Valencià
CAT + Illes + PV  PIB = 339.561 M€
CAT + Illes + PV  deute =  69.937 M€
CAT+ Illes + PV deute/PIB  = 20,5%
Habitants  = 13,5 M
Renda per càpita = 25.152 €

És molt significatiu comparar la renda per càpita respecte al món (compte que són en dolars i no pas euros) a http://en.wikipedia.org/wiki/List_of_countries_by_GDP_(PPP)_per_capita
Segons FMI i respecte tot el món:
Catalunya estaria amb 28.020€ ($ 36.770 ) en la posició 21, entre Dinamarca i Finlàndia
Catalunya amb Illes i P.Valencià estaria amb 25.152€ ($33.017) en la posició 25, entre Japó i Corea Sud
Espanya estaria amb 23.300 € ($30.575) en la posició 28, entre Las Bahamas i Itàlia
Espanya (sense CAT) estaria amb 22.300 € (29.260) en la posició 34, entre  Xipre i Eslovènia
Si ho comparem amb Europa (no només UE) tenim
Catalunya estaria amb 28.020€ ($ 36.770 ) en la posició 12, entre Dinamarca i Finlàndia
Catalunya amb Illes i P.Valencià estaria amb 25.152€ ($33.017) en la posició 15, entre R.Unit i France
Espanya estaria amb 23.300 € ($30.575) en la posició 16, entre France i Itàlia
Espanya (sense CAT, Illes i PV) estaria amb 22.563 € (29.618) en la posició 17, entre Itàlia i Xipre
Conclusions
És significatiu la incorporació de les economies tant de les Illes i el País Valencià a una Catalunya independent. Els catalans tindrien una renda per càpita de 28.020€ si fossin independents, però amb les Illes baixa a 27.540€ i amb el País Valencià baixa a 25.152€ de renda per càpita.
Com es pot veure en el Ranquing, es perd tres posicions tant al món com a Europa si a una Catalunya independent se li suma les Illes i el País Valencià. En canvi (S)pain sense Catalunya cau respecte al món sis posicions , però només cinc sense Catalunya, les Illes i País Valencià. Respecte a Europa, cau dues posicions (amb o sense les illes i el País Valencià). Per cert l’ABC tenia raó amb Xipre, però va cometre un petit error, no era Catalunya sinó (S)pain el que es quederia al nivell d’aquesta illa mediterrànea.
Es pot treure la conclusió que segons la renda per càpita, els catalans amb una Catalunya independent surten perjudicats si van junts amb les Illes i el País Valencià. En canvi tant els illencs, però sobretot elsvalencians si que guanyen molt si deixen (S)pain per unir-se al nou Estat català. Els Illencs els pujaria la renda per càpita de 24.275€ a 27.540€ (sense el País Valencià) i de 24.275€ a 25.152€ si comptem el País Valencià. Els valencians pujarien de 21.090€ de renda per càpita que tene ara a 25.152€.
Jo sóc partidari que a la nova constitució catalana digui de manera que no generi d’entrada anticossosanticatalans per part dels blaveros, quelcom que faciliti la creació dels Països Catalans. Per la nostra història compartida i per la nostra cultura sóc fermament partidari d’anar junts. Però cal deixar clar que seria una confederació a estil Confederació Suïssa i en aquest sentit ja vaig escriure un article fa anys al bloc gran delSobiranisme al respecte: Quan els Països Catalans siguin un Estat: 3. La distribució territorial
Aquestes conclusions resten força als arguments dels espanyolistes mallorquins i valencians sobre el suposat imperialisme català. Les dades econòmiques demostren que als catalans del Principat, en una Catalunya independent no els interessaria que les Illes Balears i el País Valencià s’incorporessin, ja queperdrien uns 3.000€ de renda per càpita.
Ara bé, estic segur que una vegada estigués consolidada políticament una Confederació de Països Catalans, es tindria molt més potencial de creixement econòmic amb 13,5 milions d’habitants que amb 7,5 milions. Però per fer possible una confederació entre els Països Catalans, cal actuar amb molta prudència i deixar ben clar, que els interessa més als ciutadans de les Illes i del País Valencià, al menys econòmicament, que als ciutadans d’una Catalunya independent.
Endavant les atxes!!